07 agosto 2012

El gobierno chileno y la migración internacional

Una frontera más densa que una cordillera


Después de años de esperar la transformación del marco legal que rige a la migración internacional en el país, gestado durante la dictadura de Pinochet, el cambio parece aproximarse, pero por derecha. El proyecto de Ley de Migraciones anunciadohace unas semanas y el endurecimiento de la “política” migratoria bajo la gestión de Sebastián Piñera.

Por Fernanda Stang
4 de agosto de 2012



La norma principal que rige actualmente las migraciones en Chile, el Decreto Ley (DL) Nº 1.094, “Sobre extranjeros en Chile”, data de 1975, es decir, se gestó bajo un estado de excepción como la sanguinaria dictadura del General Augusto Pinochet (1973 a 1990). Se trata de un instrumento “legal” muy restrictivo —las comillas obedecen a esta factura dictatorial—, que atenta contra diversos derechos de los inmigrantes.

Es inevitable preguntarse por esta ominosa persistencia, a más de dos décadas de finalizado el régimen militar, interrogante para el que se han ensayado diversas respuestas: la negativa de la oposición a modificar la norma durante los gobiernos de la Concertación de Partidos por la Democracia —coalición de partidos políticos de centro-izquierda que gobernó el país desde el retorno a la democracia hasta la llegada de la derecha al poder en 2010—; el hecho que la migración internacional no constituía un tema de la agenda gubernamental y social del país, que muchos aspectos conflictivos de la norma eran en realidad letra muerta… Me parece más plausible la hipótesis según la cual, de algún modo, la permanencia del decreto-ley era (o es) funcional a la estrategia migratoria del Estado chileno: restringir el ingreso de migrantes con determinada pertenencia de clase y étnica. Y nótese que digo estrategia y no política, y aquí vale la pena una digresión.

Por una parte, es cierto que legislación y política migratoria no son equiparables, pero muchas veces el papel relevante de las normas en el ordenamiento de estos asuntos lleva a confundirlas (Mármora, 2003)[i]. Por la otra, también podría discutirse la existencia o no de una política migratoria del Estado chileno[ii], lo que a su vez nos remitiría al debate en torno a la noción de política de Estado, y eso excede las pretensiones de estos apuntes. Tomaré sin embargo la tesis de Carolina Stefoni (2011)[iii], una de las expertas chilenas en materia de migración internacional, cuando sostiene que la estrategia consistente en resolver situaciones puntuales de vulneración de derechos de los inmigrantes que han tomado los gobiernos chilenos (su análisis alude a las administraciones de la Concertación) sin modificar una legislación fundada en los ejes de la seguridad y el control no constituye una ausencia de política migratoria, sino que es en sí misma una política, es decir, una política de la no política. Por lo demás, los gobiernos anteriores actuaron de ese modo en varios ámbitos de la realidad social del país, sin alterar ciertas estructuras legales e institucionales heredadas de la dictadura y funcionales a determinados intereses. La gran movilización estudiantil por la reforma del sistema educativo del último tiempo es un clamor frente a esa actitud en este campo específico.

Entonces, podríamos hablar de política migratoria chilena con estos recaudos y ambigüedades, y considerando que el marco legal vigente desempeña un rol significativo en ella. En este sentido, desde el retorno a la democracia ha habido tres intentos de modificar el principal instrumento de esta normativa (el DL 1.094 y su reglamento, plasmado en el decreto 597 de 1984): uno a fines de 1993, cuando se presentó el proyecto Nº 2.891, que en rigor no se alejaba sustancialmente del decreto 1.094, e incluso en algunos aspectos introducía mayores restricciones, y que se archivó en 1997; un anteproyecto de ley de 1998, cuyo trámite parlamentario no prosperó (Martínez, 2002)[iv], y el más claro, una iniciativa de la Presidenta Michelle Bachelet (2006-2010), que tampoco pudo materializarse.

Las perspectivas indicaban que el gobierno presidido por Sebastián Piñera no sería el que cambiaría esta historia. En su informe anual de la situación de los derechos humanos en el país correspondiente a 2010, el Centro de Derechos Humanos de la Universidad Diego Portales afirmabaque el gobierno actual no había manifestado su intención de revisar el marco jurídico en relación con esta materia (CDH-UDP, 2011)[v]; es más, el propio presidente Piñera sostenía que lo que haría su gobierno en el área migratoria era “respetar la legislación vigente” (Stefoni, 2011:83). Pero las contradicciones emergieron prontamente, quizás como reflejo de las miradas disímiles sobre este tema al interior de la alianza gobernante. El subsecretario del Interior, Rodrigo Ubilla, anunciaba en el diario El Mercurioen octubre de 2010 que se actualizaría la ley de Extranjería, se “flexibilizarían” las visas y se “agilizarían” las expulsiones (El Mercurio, 2010)[vi]. Y al parecer el anuncio se tradujo en acciones concretas, porque el CDH afirmaba en el mismo documento que si bien durante los primeros meses del gobierno de Piñera no se habían observado modificaciones significativas en materia de política migratoria, “en opinión de personas que ofrecen asesoría y representación jurídica a los migrantes, la aplicación de sanciones y su ejecución se están intensificando bajo la nueva administración” (CDH-UDP, 2011:238). De hecho, el organismo constataba que el número de órdenes de expulsión había sido elevado durante 2010, y que la cantidad de expulsiones ejecutadas en ese mismo período había sido mayor que el número de órdenes de expulsión.

Este “frente de acción” ha continuado. A comienzos de este año, el Comité de Refugiados Peruanos realizó una denuncia en contra de la Policía de Investigaciones, la Jefatura Nacional de Extranjería y la Policía Internacional ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) por las reiteradas expulsiones masivas de las que han sido objeto (y que atentan contra un derecho consagrado en la Convención internacional sobre la protección de los derechos de todos los trabajadores migratorios y de sus familiares, ratificada por Chile en 2005). Según el texto de la denuncia: “Desde hace varios meses la Policía Internacional viene realizando uno o dos operativos mensuales de expulsiones masivas de ciudadanos peruanos, sin importar las circunstancias particulares, ni los vínculos familiares o los recursos administrativos y judiciales que pudieran estar interpuestos. Todo ello, luego de detenciones previas e incomunicaciones ilegales, presiones indebidas, amenazas y engaños” (Correa, 2012)[vii].

A este panorama se suma el anuncio del plan Frontera Norte en el discurso presidencial del 21 de mayo de 2011, que ha implicado y supondrá mayor presencia policial en esa zona, con el argumento de evitar el ingreso de drogas por esa vía. No es casual que los controles se densifiquen en esa frontera, principal puerta de ingreso de la migración peruana, la más numerosa en el país.

Ha habido otros hechos que plasman las significaciones en torno a la migración internacional que prevalecen en el discurso y el imaginario del partido gobernante bajo la gestión del Presidente Sebastián Piñera —la Coalición por el Cambio, conformada por Renovación Nacional (RN) y la Unión Demócrata Independiente (UDI), el ala más conservadora—, hechos más coyunturales, pero no por ello menos decidores. Durante los días posteriores al terremoto que sacudió al país en febrero de 2010, el alcalde de la comuna de Santiago —la que más inmigrantes damnificados registró—, Pablo Zalaquett (UDI),envió una carta al Ministerio del Interior solicitando la expulsión de migrantes en situación irregular, porque según su opinión algunos de ellos estaban“aprovechándose” de la solidaridad de los chilenos. Además afirmaba en un diario de circulación nacional (La Tercera): “Si quiere gente de otro país vivir en Chile, que lo hagan legalmente y sobre todo que no abusen de irse a instalar en las plazas, sino que en un lugar como corresponde, porque no es la forma de vivir de los chilenos” (CDH-UDP, 2011:267). En julio de 2011, el recién asumido Ministro de Economía Pablo Longueira sostenía en una de las ediciones del programa político Tolerancia cero, del canal Chilevisión, que los inmigrantes que llegaban al país perjudicaban la mano de obra chilena[viii].

En definitiva, el análisis de los anuncios y acciones del actual gobierno en materia de migración internacional parece poder resumirse en algunas ideas clave: expulsión, securitización, control y restricción del ingreso de migrantes que llegan al país en busca de trabajo. Y ahora se pretende materializar este enfoque en una norma.Tantos años han pasado en los que organizaciones de inmigrantes, ciertos sectores de la sociedad civil y numerosas voces del mundo académico y de algunos organismos internacionales han reclamado la modificación de la normativa migratoria, que resulta irónico que los actuales anuncios en ese sentido sean una muy mala noticia. Era previsible, pero como dijo Borges, la esperanza nunca es vana.

El pasado 19 de julio, el Subsecretario del Interior presentó ante el Comité de Desarrollo Social del gobierno (compuesto por los ministros de Desarrollo Social, Salud, Trabajo, Agricultura, Educación, Transportes y Telecomunicaciones y la Secretaría General de la Presidencia) los detalles de un proyecto de ley que reemplazaría al DL 1.094. Se pretende que esta iniciativa del Ejecutivo sea enviada al Congreso durante agosto.

Los contenidos del proyecto de la nueva Ley de Migraciones que pudieron conocerse a través de los medios masivos de comunicación son alarmantes —no he podido acceder aún al texto completo del anteproyecto, así que el análisis que sigue debe leerse como una aproximación a un discurso articulado entre los medios de comunicación y el gobierno en torno a este tema—, y los fundamentos expuestos públicamente por el subsecretario más aún. Según el comunicado oficial del gobierno: “Rodrigo Ubilla aseveró que uno de los muchos efectos prácticos que tendrá esta legislación es el establecimiento de un equilibrio entre la necesidad de defender los derechos de los trabajadores chilenos con los derechos de aquellos que aspiran a trabajar en el país. ‘Que no se produzca, como en muchos países, una competencia desleal producto de la informalidad’” (Gobierno de Chile, 2012)[ix]. En diálogo con la prensa al hacer el anuncio, indicó que “el proyecto de ley… definirá categorías migratorias con requisitos claros para poder acceder, no donde se produzca un libre ingreso, sin definiciones previas a los requerimientos del país” (Radio Bio-Bio, 2012)[x]. Y sentenció que la presencia de trabajadores informales (que equipara con la figura del migrante) está provocando una disminución de los sueldos de los chilenos (Radio Bio-Bio, 2012; La Tercera, 2012)[xi].

El objetivo general del proyecto según los contenidos difundidos en la prensa es “aprovechar en beneficio del país el aporte de la inmigración internacional, potenciar el crecimiento y fortalecer el vínculo con los chilenos en el exterior”, propósito que se inscribe en la lógica del costo-beneficio que sustenta el paradigma de la gobernabilidad migratoria, uno de los principales rostros de la gubernamentalidad neoliberal en este ámbito de la formación social (Stang, 2012)[xii]. Según la información publicada en el sitio oficial del gobierno, las principales líneas de la modificación son: “la iniciativa ofrecerá un menú amplio de visas; establecerá con claridad los vínculos de los chilenos que viven en el extranjero; creará una nueva institucionalidad Migratoria y el mandato para la formulación de una Política Nacional sobre la materia; agilizará el procedimiento de expulsión para aquellos extranjeros infractores de ley; facilitará el proceso de revalidación de títulos profesionales extranjeros; y respecto de los trabajadores, mantendrá el límite máximo de 15% de extranjeros en las empresas, pero excluirá de esta norma a titulares de visas de menos de un año que no permiten postular a residencia definitiva”.

Como se advierte, la figura de la expulsión viene creciendo en el abordaje de la migración internacional en Chile. En marzo de 2008, la presidenta Michelle Bachelet[xiii] presentó un proyecto tendiente a modificar la ley 18.216, que establecía medidas alternativas a las penas privativas o restrictivas de libertad, en el que se consideraba la institución de la expulsión de extranjeros condenados a determinadas penas y que no residieren “legalmente” en el país. Aunque el decreto ley 1.092 y su reglamento incluyen la figura de la expulsión para determinadas infracciones en el ingreso, la permanencia y la salida del país, lo notable y preocupante de esta iniciativa era el hecho de que se intentara equipararla con un castigo penal y que se la concibiera como una forma de levantamiento de pena con el propósito de excluir del sistema jurídico a una determinada categoría de personas (los inmigrantes) (Salinero, 2011)[xiv], además de la sutil asociación que deslizaba entre inmigración y criminalidad. La modificación de esta ley se promulgófinalmente el 13 de junio de 2012, y se publicó en el Diario Oficial del 27 de junio.

En este marco general, definido también por los anuncios previos de Ubilla en la prensa en el mismo sentido, el proyecto de Ley de Migraciones buscaría agilizar el procedimiento de expulsión. Actualmente, las expulsiones de extranjeros que no ingresan en calidad de turistas deben ser firmadas por el Ministro del Interior, pero con la modificación bastará la firma del jefe de División, y ya no será necesaria la toma de razón de la Contraloría. Y no es menor el hecho que ese carácter de “infractor de la ley” que se adjudica al migrante que se expulsa muchas veces se sustenta sólo en la contravención de una disposición administrativa.

La facilitación del proceso de revalidación de títulos que se anuncia ayuda a delinear los contornos de esta estrategia migratoria del gobierno: mientras que para algunos las barreras de ingreso al país se hacen más densas y difíciles de franquear, para otros (los migrantes calificados) se tornan más laxas.El tipo de migración para la que aumentan las restricciones refuerza esta idea: se mantiene la cuota máxima de trabajadores extranjeros en las empresas(15%), pero se excluye de la posibilidad de acceder a este cupo a aquellos extranjeros con visas de menos de un año, que no permiten postular a la residencia definitiva, es decir, aumentan las dificultades para regularizar la situación de los migrantes que trabajan, o pretenden hacerlo.

Según la información que se ha hecho pública, la ronda de consultas y discusiones con los diferentes sectores sociales para la elaboración de este proyecto consideró a diversos profesionales y expertos internacionales(entre otras modalidades, mediante un seminario con la OIM),funcionarios de diversas áreas del sector público, 12 organizaciones no gubernamentales, 16 instituciones académicas y centros de estudio, siete gremios, cuatro organizaciones internacionales y al Instituto Nacional de Derechos Humanos. Según esta misma información, en el proceso se recibieron 675 recomendaciones, claro que no se explica cuáles y con qué criterio fueron consideradas, y si fueron incluidas o no. Hay lugar más que suficiente para la duda. Macarena Machín, investigadora a cargo del estudio “Los derechos humanos y la migración en Chile. Desafíos y oportunidades para una convivencia intercultural”, realizado por el Observatorio Ciudadano y Amnistía Internacional, decía en diciembre de 2011 que el gobierno no se había abierto a crear una mesa de trabajo participativa con organizaciones sociales para desarrollar el proyecto de ley (Pacheco, 2011)[xv].

Pero por si las nubes negras fueran pocas en este escenario, dos días antes de los anuncios de Ubilla, un grupo de diputados de la derecha, mayoritariamente de la UDI —entre ellos Iván Moreira— presentaron unproyecto de ley que “Modifica el Decreto Ley N°1.094, de 1975, limitando la autorización aturistas para ejercer actividades lucrativas”. En primer lugar cabe preguntarse qué sentido tiene, o cómo debe leerse, un intento de modificación de una norma que pretende ser reemplazada. ¿Es tal el nivel de descoordinación en la alianza gobernante, o más bien es una pugna abierta entre diversas facciones que disputan diferentes formas de abordar la migración? Esta última opción no parece ser el caso, porque en términos generales las medidas apuntarían en el mismo sentido. Entonces, la confusión aumenta.

Este proyecto propone eliminar el artículo 48 del Decreto Ley N° 1094 de 1975, que faculta al Ministerio del Interior, a la Gobernación Provincial y a la Intendencia de la Región Metropolitanaa autorizar, en casos calificados, que el turista trabaje en Chile por un plazo no mayor de 30 días, prorrogables por períodos iguales hasta el término del permiso de turismo, es decir, 90 días como máximo. Según el texto del proyecto, el otorgamiento de estas autorizaciones se habría extendido en forma preocupante y arbitraria. Llama la atención que este intento de modificación se justifique a partir de un fenómeno bien acotado: “El crecimiento de la actividad destaca en la región de Aysén, especialmente en Coyhaique, donde los operadores turísticos suelen no ser nacionales, generando la consecuente merma de fuente laboral y de desarrollo empresarial a favor de los chilenos y por consiguiente, provocando que los ingresos que se obtienen por el desarrollo de una actividad que suele ser costosa, no queden en Chile, sino que vayan al país de donde proviene el operador” (Biblioteca del Congreso Nacional de Chile, 2012)[xvi]. Pero más allá de la descoordinación entre estas acciones —este proyecto de modificación y el proyecto de Ley de Migraciones—, es claro que la idea del extranjero que desplaza a los chilenos en el mercado laboral se ha transformado en un enunciado muy denso en el discurso migratorio del gobierno. 

Decir que este escenario es desalentador es ser demasiado optimista. Esta embestida de franca derechización de la política migratoria se enfrenta a inmigrantes con un escaso nivel de organización, movimiento que además, o por lo mismo, no tiene demasiada fuerza. Pero no me resigno a pensar que, después de tantos años de esperar esta transformación, el cambio vendrá por derecha. Como decía Borges en esa milonga para Jacinto Chiclana, “siempre el coraje es mejor”. Y hará falta harto de eso para tratar de evitar que las fronteras se tornen más densas que la propia cordillera.



[i]Mármora, L. (2003). Las políticas de migraciones internacionales. Buenos Aires: Paidós/ OIM.
[ii] Una postura radical al respecto es la que expuso Daisy Margarit, académica de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Alberto Hurtado, al sostener que: “En Chile ni siquiera existe una ley de inmigración, sino solamente normas de control de fronteras” (Rodrigo Alarcón López, “La cifra invisible: Los inmigrantes que el Gobierno no destaca en el extranjero”, Diario Electrónico Radio.Uchile.cl, jueves 15 de diciembre de 2011).
[iii]Stefoni, C. (2011). “Ley y política migratoria en Chile. La ambivalencia en la comprensión del migrante”. En Bela-Feldman y otros (comps.). La construcción social del sujeto migrante en América Latina. Prácticas, representaciones y categorías. Quito: FLACSO, Sede Ecuador/ CLACSO/ Universidad Alberto Hurtado.
[iv]Martínez, J. (2002). “Exigencias y posibilidades para políticas de población y migración internacional. El contexto latinoamericano y el caso de Chile”. (Serie Población y Desarrollo No. 24). Santiago: CEPAL.
[v] Centro de Derechos Humanos de la Universidad Diego Portales (CDH-UDP) (2006). Informe anual sobre derechos humanos en Chile 2010. Santiago: UDP.
[vi] El Mercurio (2010). “Gobierno delinea nueva política migratoria: flexibilizará visas, pero agilizará expulsiones”,17 de octubre.
[vii] Correa, Paula (2012). “Refugiados peruanos denuncian a instituciones chilenas por expulsiones masivas”, Diario Electrónico Radio.Uchile.cl, viernes 30 de marzo.
[viii] Las palabras textuales del Ministro durante la entrevista fueron: “Tenemos que tener una buena política de migración en Chile, porque al final nos estamos llenando de personas que están llegando de Haití, de Colombia, de Perú, de Bolivia, mientras más populistas tengamos en la región eso es uno de los problemas que enfrenta Chile, para mí uno de los mayores problemas que va a tener Chile es el de migración (…) Mientras tengamos estos populismos que tenemos en la región finalmente, y Chile creciendo al 6%, nos va a llegar, y al final eso nos perjudica obviamente la mano de obra chilena, entonces tenemos que discutir las políticas de migración en Chile, este va a ser un fenómeno que vamos a tener que discutir” (en línea, http://www.chilevision.cl/home/content/view/372858/229/, minuto 23:32 a 24:08).
[ix]Gobierno de Chile (2012), “Comité de Desarrollo Social analizó anteproyecto de Ley de Migraciones”, 19 de julio [en línea] http://www.gob.cl/informa/2012/07/19/comite-de-desarrollo-social-analizo-anteproyecto-de-ley-de-migraciones.htm [3 de agosto de 2012].
[x] Radio Bio-Bio (2012), “Subsecretario Ubilla: ‘Tenemos trabajadores extranjeros que hacen bajar el sueldo a los chilenos’”, biobiochile.cl, 19 de julio.
[xi] La Tercera, “Subsecretario Ubilla: ‘Tenemos trabajadores extranjeros que le bajan el sueldo a los chilenos’", 19 de julio.
[xii] Stang, María Fernanda (2012). “Estado y migración internacional en el Chile de la posdictadura: una relación con cara de Jano”, Revista Sociedades de Paisajes Áridos y Semiáridos, Revista Científica del Laboratorio de Arqueología y Etnohistoria de la Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de Río Cuarto, Año IV, volumen VII (en prensa).
[xiii] Quien, nobleza obliga, presidió la administración en que más progresos se lograron en materia de reconocimiento de derechos de los inmigrantes, especialmente en el ámbito de la educación y la salud.
[xiv]Salinero, S. (2011). “La expulsión de extranjeros en el derecho penal. Una realidad en España, una posibilidad en Chile”. Política Criminal 6(11), 106-141.
[xv] Pacheco, Cristián (2011). “Día del Inmigrante: ‘Chile es un país abiertamente discriminatorio y racista’”, Diario Electrónico Radio.Uchile.cl, domingo 18 de diciembre.
[xvi] Biblioteca del Congreso Nacional de Chile (2012). Proyecto de ley. “Modifica el Decreto Ley N°1.094, de 1975, limitando la autorización a turistas para ejercer actividades lucrativas”, Boletín 8451-06[en línea] http://sil.congreso.cl/cgi-bin/index_eleg.pl?8451-06 [3 de agosto de 2012]